A casi 16 años del Vélez campeón de 1994 de la Copa Intercontinental, disputada en Japón, contra el Milan de Italia, Omar Andrés Asad, ex delantero del equipo, cuenta sus experiencias y anécdotas de lo que fue ser campeón del mundo. Además, relata lo que tuvo que luchar en su infancia personal y futbolística, y como dice él, de su padre Carlos Bianchi, entre muchas otras cosas. “Me fui a probar a clubes desde los 13 años hasta los 19 y medio, y en todos me dijeron que no, que no servía. Vélez me dio la oportunidad a lo último ya con 19 años y medio, y tuve la posibilidad de fichar”, adelantó el actual entrenador de Godoy Cruz de Mendoza con 39 años.
- ¿Cómo fue la llegada a Japón? Teniendo en cuenta que ustedes eran todos pibes y llegaban a un país desconocido, nuevo...
- Había gente que nos estaba esperando, gente de allá, algunos argentinos que tenían descendencia japonesa y se hicieron de Vélez, pero mucha gente de ahí, local. Después la experiencia fue buena porque éramos todos muy jóvenes, era todo nuevo, muy sofisticado el tema de la electrónica, la tecnología, el respeto hacia el prójimo, respetar las leyes, era todo nuevo. Nos encontramos con un país muy desarrollado y sorpresivo a la vez porque veníamos de otro lugar donde no estábamos acostumbrados a tales cosas. Nos generó una serie de muy buena onda con relación a la ciudad, a la gente, al respeto en el hotel. Fue valedero esto y valió mucho a la hora de desarrollar los ochos días que estuvimos allá antes del partido.
- En los días previos al partido, el director técnico del Milan (Fabio Capello), dijo que Vélez era un equipo de Primera C y que no tenía posibilidades de ganar este encuentro, ¿Cómo se lo tomaron esto ustedes? ¿Les dio bronca o no les importó nada?
- Sí, cuando escuchamos esas declaraciones nos dolió en los más profundo a todos. Pero creo también que fue un arma de ellos como para desestabilizarnos, cosa que no lograron, es más, nos hicieron más fuertes. Ya veníamos de un buen torneo que era la Copa Libertadores, habíamos tenido una demostración de temperamento muy grande en todas las canchas de visitante. Pero creo que se equivocaron a la hora de declarar esas cosas porque aumentó el temperamento, ganas de revancha, de demostración hacia el otro que estaba equivocado, de ganarle y así fue el partido.
- ¿Bianchi les hizo algún tipo de incentivo o de motivación en particular? Por ejemplo, cuando dirigía a Boca en una de las finales pegó en el vestuario todos los diarios de lo que decían los distintos medios para que lean los jugadores...
- Ahí no, ahí fue lo de la declaración anterior. Si en la Libertadores, que empezó con nosotros eso, nos puso en todos lados lo que había dicho Tele Santana (ex D.T. de la Selección Brasileña) que éramos un equipo para ganarnos 3 o 4 a 0. Y se equivocó porque salimos a la cancha con el cuchillo entre los dientes. Teníamos un equipo de valientes, de guerreros, y tal vez no fuimos tan vistosos pero dejamos la vida.
- ¿Es verdad que hubo algún tipo de altercado o de discusión con los jugadores del Milan en el túnel?
- Sí, una especie de arenga (sonríe). Ellos estaban muy callados, muy respetuosos y nosotros estábamos con todas las pilas, los íbamos a matar futbolísticamente sabiendo de que estábamos bien. Y saltó Albertini que había jugado en el Atlético Madrid y entendía español, y cuando los insultábamos, cuando les decíamos que les íbamos a ganar, a pasar por arriba, nos dijo: “Eh muchachos cálmense que yo entiendo lo que dicen”, y ahí medio como que se frenó un poco la cosa (sonríe).
- ¿Qué les provocaba jugar contra jugadores reconocidos, tan poderosos, tan importantes?
- A mí me generaba una especie de querer demostrar, de que era una linda prueba de mostrarles a estas 11 estrellas, figuras, al técnico también y al mundo, de que ante semejantes nombres o jugadores uno podía llegar a hacer bien las cosas. Creo que a nivel personal me fue muy bien, había hecho un partidazo, hice el gol, hice expulsar a uno. La verdad que contento porque otros jugadores se pueden apichonar y a mi me genero otra cosa extra que fue ir para adelante y matarme.
- ¿Qué significó para vos, un tipo que la peleó desde abajo, poder marcar un gol en la final y darle la victoria a tu equipo?
- Para mí fue lo máximo, creo que hoy por hoy el respeto que se tiene hacia mí también me lo gané de esta manera y se selló todo con ese gol. Creo que fue el momento más culmine de mi carrera, el momento donde uno toca el cielo con las manos, la gloria. Ahí automáticamente uno se acuerda todo lo que vivió, los momentos de sufrimiento, la infancia, los momentos ingratos de la vida. Pero me acuerdo de las cosas lindas también, el hecho de que con eso se ponía contenta mucha gente, el caso de mi familia, mis hijos. Es una película que te pasa en fracción de segundos y vos te acordás de todo muy rápido. Es la vida del jugador la de estar preparado de esa manera.
- Por lo que contás la tuviste que pelear demasiado, pasaste muchas cosas malas para poder llegar a triunfar o a la gloria...
- Sí, tuve una infancia con muchas carencias, era una familia muy humilde. Me fui a probar a clubes desde los 13 años hasta los 19 y medio, y en todos me dijeron que no, que no servía. Vélez me dio la oportunidad a lo último ya con 19 años y medio, y tuve la posibilidad de fichar. Hoy por hoy estoy agradecido por eso. Pero más allá de eso está el hecho de muchas cosas de la vida, viví en un barrio humilde donde la gente tenía muchas necesidades y sufría, donde se hace medio dolida de esto. En los momentos felices uno se acuerda y trata de que lo otro sea más grande, que la felicidad opaque los momentos malos de la vida.
- Uno de los momentos gratos fue que te eligieran como mejor jugador del partido y te dieron un premio por eso, un auto de regalo...
- Sí, eso fue la yapa. Y yo no me olvido que hace tres o cuatro años estaba jugando en mi barrio. O sea que en tres años fue una carrera meteórica y la disfruto al máximo con todo porque, vuelvo a repetir, no me olvido de lo que viví, de lo que sufrí, y ese momento fue el techo que puede soñar todo jugador.
- ¿Me podrías describir la jugada del gol, por favor?
- Apreta por izquierda Tito (Pompei) con el Turu (Flores) a (Alessandro) Costacurta que gira y le pega para atrás sin mirar. Yo a todo esto estaba con (Franco) Baresi y salí a correr en diagonal a cortar el pase porque sabía que se la iba a dar, pero no sabía que se la iba a dar tan mal. Esto me dio tiempo a mí de en velocidad, muy rápido, llegar, y cuando llego ya estaba dentro del área. Cuando toco la pelota pienso que me va a tocar y que me va a hacer penal, entonces me aflojo pero no me toca y cuando no me toca... Son milésimas y milésimas de segundos: toco para que me haga penal, me aflojo y no me tocó. Cuando pisé y ya hice el segundo paso se me vino a la cabeza de que el arco estaba solo porque el arquero (Sebastiano Rossi) salió afuera del área ya que me fue a buscar a mí y ya lo pasé a Baresi, o sea que no hay nadie. En el segundo paso cuando pisé, giré sobre mi mismo y le pegué y entró limpita, sin nadie, un golazo. La verdad que fue todo muy rápido, muy lindo, y quedó muy lindo para el resultado, para el espectáculo, para todo.
- ¿Nunca pensaste en mandar el centro? Porque viste que era un ángulo muy cerrado, muy complicado...
- No porque no había nadie, yo era el último. El Turu estaba apretando con Tito, Baresi quedó atrás, el arquero salió, o sea que quedó el arco solo. Eso es estar concentrado, es tener el partido en la cabeza, no salirse con cosas extras mas allá de la línea. Me la jugué, gané y me salió bien. Fue un lindo gol.
- Muchos jugadores de otros equipos comentaban que al ver a jugadores tan reconocidos se quedan como asombrados, o en el molde, y no pueden jugar...
- A mí no y eso se lo debo mucho al potrero, al barrio. Al hecho de ir a jugar a cualquier lado, a barrios pesados por plata y con gente muy pesada y no me importaba nada, jugaba igual. O sea que menos me iba a temer jugar en una final por los puntos y en un club, que creo que tengo ese temperamento y como técnico lo trato de volcar acá.
- ¿Cómo fue Bianchi como director técnico?
- Bueno, muy bueno, para mí fue como mi segundo padre. Hasta el día de hoy le estoy agradecido por un montón de cosas, que a nivel personal me ayudaron bastante. Como técnico es inteligentísimo, muy capaz, pero muy duro también con el manejo a nivel reglas, respeto, idea futbolística, sistema, convencimiento. Creo que es muy completo.
- Tuviste la suerte de integrar un plantel de jugadores que ganaron muchas cosas, se los notó muy felices a ustedes, a la gente. ¿Hubo festejos en Japón con los hinchas? ¿Cómo fueron?
- Sí, pero medio que nos cortaron las alas porque a las tres de la mañana tuvimos que cortar todo. Vino la seguridad, la policía, a meternos adentro de las piezas porque no podíamos hacer ruido en el hotel, ni nada, porque había turistas, pasajeros, y tenían razón. Pero bien, festejamos lo que teníamos que festejar. Salimos a pasear a la noche, hicimos todo, pero a las tres de la mañana nos cortaron las patas. Creo que el festejo mayor fue acá, con la gente, de Ezeiza a Vélez. Eso fue algo inolvidable y que me va a quedar por el resto de mi vida en la mente.
- Claro, lo que vos decías, había mucha gente esperándolos en Ezeiza...
- Fue muy similar a lo de Argentina en el '86. Vos imaginate, ser partícipe de eso es único y sos tocado por Dios, por la barita.
Entrevista realizada por Nahuel Tassi
- ¿Cómo fue la llegada a Japón? Teniendo en cuenta que ustedes eran todos pibes y llegaban a un país desconocido, nuevo...
- Había gente que nos estaba esperando, gente de allá, algunos argentinos que tenían descendencia japonesa y se hicieron de Vélez, pero mucha gente de ahí, local. Después la experiencia fue buena porque éramos todos muy jóvenes, era todo nuevo, muy sofisticado el tema de la electrónica, la tecnología, el respeto hacia el prójimo, respetar las leyes, era todo nuevo. Nos encontramos con un país muy desarrollado y sorpresivo a la vez porque veníamos de otro lugar donde no estábamos acostumbrados a tales cosas. Nos generó una serie de muy buena onda con relación a la ciudad, a la gente, al respeto en el hotel. Fue valedero esto y valió mucho a la hora de desarrollar los ochos días que estuvimos allá antes del partido.
- En los días previos al partido, el director técnico del Milan (Fabio Capello), dijo que Vélez era un equipo de Primera C y que no tenía posibilidades de ganar este encuentro, ¿Cómo se lo tomaron esto ustedes? ¿Les dio bronca o no les importó nada?
- Sí, cuando escuchamos esas declaraciones nos dolió en los más profundo a todos. Pero creo también que fue un arma de ellos como para desestabilizarnos, cosa que no lograron, es más, nos hicieron más fuertes. Ya veníamos de un buen torneo que era la Copa Libertadores, habíamos tenido una demostración de temperamento muy grande en todas las canchas de visitante. Pero creo que se equivocaron a la hora de declarar esas cosas porque aumentó el temperamento, ganas de revancha, de demostración hacia el otro que estaba equivocado, de ganarle y así fue el partido.
- ¿Bianchi les hizo algún tipo de incentivo o de motivación en particular? Por ejemplo, cuando dirigía a Boca en una de las finales pegó en el vestuario todos los diarios de lo que decían los distintos medios para que lean los jugadores...
- Ahí no, ahí fue lo de la declaración anterior. Si en la Libertadores, que empezó con nosotros eso, nos puso en todos lados lo que había dicho Tele Santana (ex D.T. de la Selección Brasileña) que éramos un equipo para ganarnos 3 o 4 a 0. Y se equivocó porque salimos a la cancha con el cuchillo entre los dientes. Teníamos un equipo de valientes, de guerreros, y tal vez no fuimos tan vistosos pero dejamos la vida.
- ¿Es verdad que hubo algún tipo de altercado o de discusión con los jugadores del Milan en el túnel?
- Sí, una especie de arenga (sonríe). Ellos estaban muy callados, muy respetuosos y nosotros estábamos con todas las pilas, los íbamos a matar futbolísticamente sabiendo de que estábamos bien. Y saltó Albertini que había jugado en el Atlético Madrid y entendía español, y cuando los insultábamos, cuando les decíamos que les íbamos a ganar, a pasar por arriba, nos dijo: “Eh muchachos cálmense que yo entiendo lo que dicen”, y ahí medio como que se frenó un poco la cosa (sonríe).
- ¿Qué les provocaba jugar contra jugadores reconocidos, tan poderosos, tan importantes?
- A mí me generaba una especie de querer demostrar, de que era una linda prueba de mostrarles a estas 11 estrellas, figuras, al técnico también y al mundo, de que ante semejantes nombres o jugadores uno podía llegar a hacer bien las cosas. Creo que a nivel personal me fue muy bien, había hecho un partidazo, hice el gol, hice expulsar a uno. La verdad que contento porque otros jugadores se pueden apichonar y a mi me genero otra cosa extra que fue ir para adelante y matarme.
- ¿Qué significó para vos, un tipo que la peleó desde abajo, poder marcar un gol en la final y darle la victoria a tu equipo?
- Para mí fue lo máximo, creo que hoy por hoy el respeto que se tiene hacia mí también me lo gané de esta manera y se selló todo con ese gol. Creo que fue el momento más culmine de mi carrera, el momento donde uno toca el cielo con las manos, la gloria. Ahí automáticamente uno se acuerda todo lo que vivió, los momentos de sufrimiento, la infancia, los momentos ingratos de la vida. Pero me acuerdo de las cosas lindas también, el hecho de que con eso se ponía contenta mucha gente, el caso de mi familia, mis hijos. Es una película que te pasa en fracción de segundos y vos te acordás de todo muy rápido. Es la vida del jugador la de estar preparado de esa manera.
- Por lo que contás la tuviste que pelear demasiado, pasaste muchas cosas malas para poder llegar a triunfar o a la gloria...
- Sí, tuve una infancia con muchas carencias, era una familia muy humilde. Me fui a probar a clubes desde los 13 años hasta los 19 y medio, y en todos me dijeron que no, que no servía. Vélez me dio la oportunidad a lo último ya con 19 años y medio, y tuve la posibilidad de fichar. Hoy por hoy estoy agradecido por eso. Pero más allá de eso está el hecho de muchas cosas de la vida, viví en un barrio humilde donde la gente tenía muchas necesidades y sufría, donde se hace medio dolida de esto. En los momentos felices uno se acuerda y trata de que lo otro sea más grande, que la felicidad opaque los momentos malos de la vida.
- Uno de los momentos gratos fue que te eligieran como mejor jugador del partido y te dieron un premio por eso, un auto de regalo...
- Sí, eso fue la yapa. Y yo no me olvido que hace tres o cuatro años estaba jugando en mi barrio. O sea que en tres años fue una carrera meteórica y la disfruto al máximo con todo porque, vuelvo a repetir, no me olvido de lo que viví, de lo que sufrí, y ese momento fue el techo que puede soñar todo jugador.
- ¿Me podrías describir la jugada del gol, por favor?
- Apreta por izquierda Tito (Pompei) con el Turu (Flores) a (Alessandro) Costacurta que gira y le pega para atrás sin mirar. Yo a todo esto estaba con (Franco) Baresi y salí a correr en diagonal a cortar el pase porque sabía que se la iba a dar, pero no sabía que se la iba a dar tan mal. Esto me dio tiempo a mí de en velocidad, muy rápido, llegar, y cuando llego ya estaba dentro del área. Cuando toco la pelota pienso que me va a tocar y que me va a hacer penal, entonces me aflojo pero no me toca y cuando no me toca... Son milésimas y milésimas de segundos: toco para que me haga penal, me aflojo y no me tocó. Cuando pisé y ya hice el segundo paso se me vino a la cabeza de que el arco estaba solo porque el arquero (Sebastiano Rossi) salió afuera del área ya que me fue a buscar a mí y ya lo pasé a Baresi, o sea que no hay nadie. En el segundo paso cuando pisé, giré sobre mi mismo y le pegué y entró limpita, sin nadie, un golazo. La verdad que fue todo muy rápido, muy lindo, y quedó muy lindo para el resultado, para el espectáculo, para todo.
- ¿Nunca pensaste en mandar el centro? Porque viste que era un ángulo muy cerrado, muy complicado...
- No porque no había nadie, yo era el último. El Turu estaba apretando con Tito, Baresi quedó atrás, el arquero salió, o sea que quedó el arco solo. Eso es estar concentrado, es tener el partido en la cabeza, no salirse con cosas extras mas allá de la línea. Me la jugué, gané y me salió bien. Fue un lindo gol.
- Muchos jugadores de otros equipos comentaban que al ver a jugadores tan reconocidos se quedan como asombrados, o en el molde, y no pueden jugar...
- A mí no y eso se lo debo mucho al potrero, al barrio. Al hecho de ir a jugar a cualquier lado, a barrios pesados por plata y con gente muy pesada y no me importaba nada, jugaba igual. O sea que menos me iba a temer jugar en una final por los puntos y en un club, que creo que tengo ese temperamento y como técnico lo trato de volcar acá.
- ¿Cómo fue Bianchi como director técnico?
- Bueno, muy bueno, para mí fue como mi segundo padre. Hasta el día de hoy le estoy agradecido por un montón de cosas, que a nivel personal me ayudaron bastante. Como técnico es inteligentísimo, muy capaz, pero muy duro también con el manejo a nivel reglas, respeto, idea futbolística, sistema, convencimiento. Creo que es muy completo.
- Tuviste la suerte de integrar un plantel de jugadores que ganaron muchas cosas, se los notó muy felices a ustedes, a la gente. ¿Hubo festejos en Japón con los hinchas? ¿Cómo fueron?
- Sí, pero medio que nos cortaron las alas porque a las tres de la mañana tuvimos que cortar todo. Vino la seguridad, la policía, a meternos adentro de las piezas porque no podíamos hacer ruido en el hotel, ni nada, porque había turistas, pasajeros, y tenían razón. Pero bien, festejamos lo que teníamos que festejar. Salimos a pasear a la noche, hicimos todo, pero a las tres de la mañana nos cortaron las patas. Creo que el festejo mayor fue acá, con la gente, de Ezeiza a Vélez. Eso fue algo inolvidable y que me va a quedar por el resto de mi vida en la mente.
- Claro, lo que vos decías, había mucha gente esperándolos en Ezeiza...
- Fue muy similar a lo de Argentina en el '86. Vos imaginate, ser partícipe de eso es único y sos tocado por Dios, por la barita.
Entrevista realizada por Nahuel Tassi
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