jueves, 2 de febrero de 2012

Cómo Nelson Mandela utilizó el rugby para salvar a un país

El apartheid, que era la discriminación y desigualdad de derechos que había de los blancos hacia los negros en Sudáfrica, duró más de 50 años y se terminó gracias a la ayuda política y social de Mandela sumado a un evento deportivo: la Copa del Mundo de rugby de 1995, que fue obtenida por los Springboks en tierra local.

Mandela es un líder gobernante de 93 años que fue presidente de Sudáfrica desde 1994 hasta 1999 y vio la posibilidad de usar este deporte como instrumento político para poder unir a la raza negra con la blanca. Es decir, terminar con el apartheid.

La Selección sudafricana de rugby, denominada Springboks (que significa antílopes sudafricanos), jugaba el Mundial de 1995 en su país y el presidente de la nación les hizo entender a "sus chicos", como les decía él, que ganar ese torneo no era sólo la felicidad de ellos y del pueblo, sino que esa felicidad iba a lograr que negros y blancos dejaran de odiarse y festejaran algo en común. Iba a lograr que ambas razas tuvieran una alegría y así poder unificar a las dos sociedades.

¿Por qué Mandela hacía tanto énfasis en la Copa del Mundo de rugby? Porque a los blancos el deporte que más les gustaba era el rugby; y a los negros, el fútbol. Al presidente le costó mucho que los negros apoyaran a los Springboks, ya que era un deporte sumamente de blancos y no querían saber nada con ellos por el maltrato que les habían proporcionado durante años. Pero la única solución era que los negros se unieran a los blancos, que apoyaran a los Springboks y así poder tener una república unificada, una república en paz.

La Selección sudafricana jugaba su primer partido del grupo nada más y nada menos que contra el último campeón del mundo: Australia. El resultado fue un sorprendente 27-18 favorable a los Boks. Luego se enfrentaron contra la débil Rumania y ganaron 21-8. Después vapulearon a Canadá 20-0 y los locales accedieron a los cuartos de final.

En ese momento comenzaba la etapa difícil, comenzaba la rueda donde no había partidos más fáciles que otros y todos los contrincantes iban a ser de primer nivel. La primera prueba fue contra Samoa Occidental, a la cual la pasó por alto al vencerla 42-14. La segunda fue contra Francia, que el encuentro casi se suspende por una inundación en el campo, y también la superó al ganarle agónicamente 19-15 tras un scrum favorable a los franceses, en el cual Kobus Wiese, jugador sudafricano, invocó un grito de guerra con el objetivo de motivar a sus compañeros para que el rival no avanzara porque sino el partido estaría perdido. Y así fue: los Bleus no avanzaron y los Springboks pasaron a la tercera y última prueba, la gran final.

El 24 de junio de 1995 era la instancia cúlmine de la Copa del Mundo y los sudafricanos se medían ante la mejor Selección de la historia del rugby: Nueva Zelanda. Los All Blacks contaban con su mejor jugador y gran estrella: Jonah Lomu, que había dejado en ridículo a los rugbiers ingleses en la otra semifinal disputada. Esa tarde, James Small era el encargado de marcar a Lomu, que era 10 centímetros más bajo y pesaba 30 kilos menos que el neozeolandes.

Francois Pienaar (el rubio de la primera foto), capitán de los sudafricanos, afirmó: "No pude cantar el himno de la emoción. Sabía que si lo hacía me iba a venir abajo. Así que me mordí el labio. Me lo mordí con tanta fuerza que sentí el sabor de la sangre".

Mandela agitando la gorra que le regaló el rugbyer Hennie Le Roux siempre acompañado por su guardaespaldas número uno: Linga Moonsamy, el morocho de anteojos negros.

El encuentro terminó con un empate en 9 y por primera vez una final de un Mundial tenía que ir a prórroga. El segundo tiempo suplementario marcaba una igualdad de 12-12, pero al faltar seis minutos para el final, el gran jugador del partido y anotador de todos los puntos de su Selección en ese encuentro, Joel Stransky, convirtió un drop perfecto que le dio el campeonato a Sudáfrica con un resultado final de 15-12.

"¡Qué tensión, qué nervios! ¡Fueron los seis minutos más largos de mi vida! Miraba sin cesar mi reloj todo el tiempo y pensaba: '¿Cuándo va a sonar el silbato?' ", aseguró el presidente Mandela luego de terminado el match. Como broche de oro, el conjunto local no perdió ningún partido en ese torneo y fue el equipo menos goleado.

Pienaar levantó la copa junto a Chester Williamns, que era el único jugador negro de los Boks, junto a Joel Stransky, a Pieter Hendriks, a Adriaan Richter, a Gavin Jonson, a James Small, a Kobus Wiese, a Balie Swart, a Hennie Le Roux, a Kitch Christie, entrenador sudafricano; a Morné du Plessis, manager del equipo y ex jugador de la Selección durante diez años (1971-1981), de los cuales cinco fue capitán; a Nelson Mandela y compañía.

Mandela en la cárcel (de 1963 a 1990, de los 45 a los 72 años).

Al finalizar el partido, un periodista de la cadena de televisión SABC le preguntó a Mandela: "Qué ha sentido al tener 62.000 aficionados apoyándolos aquí en el estadio?". A lo que el máximo mandatario le respondió sin dudar: "No teníamos a 62.000 aficionados con nosotros. Teníamos a 43 millones de sudafricanos".

Había valido la pena que Nelson Mandela hubiera estado 27 años preso, 18 en Robben Island y 9 en Pollsmoor, y que en ese tiempo haya estudiado estando entre rejas para recibirse de abogado. Obviamente, los mismos gobernantes blancos lo habían mandado a la cárcel por sus ideas revolucionarias de unificación entre ambas sociedades. Había valido la pena tanto esfuerzo, tanto sacrificio. Había valido la pena porque finalmente negros y blancos dejaron sus diferencias de lado, porque festejaron un hecho en común y cumplieron el gran sueño de su presidente: que Sudáfrica, por fin, sea un país.

Un diario inglés informa en su tapa sobre la liberación de Mandela el 12 de febrero de 1990.


Nahuel Tassi

No hay comentarios:

Publicar un comentario